Me despido de ti, sin rencor ni miedo.
Me voy de tus abrazos como si me alejara de una isla de sol o un prado lleno de flores.
Te abandono como se abandonan los juguetes cuando dejas de ser niño,
o las batallas cuando ya has ganado tu guerra.
Y así te saludo “mitad del alma mía”..
¡Hasta la próxima vida!